Aprender a comer bien sí tiene que ver con el buen desarrollo del lenguaje

29.07.2013 21:41

La buena alimentación de los niños no es preocupante solo desde el punto de vista nutricional, resulta que la razón por la cual muchos niños que acuden a consulta por problemas de lenguaje, específicamente del habla, es por un mal proceso a la hora de comer.

Mónica Morales Piedrahíta, fonoaudióloga de la Universidad del Rosario con magíster en educación y énfasis en cognición y lenguaje, advierte que la alimentación, como proceso de deglutir o tragar, está relacionada con la posibilidad de hablar claramente, porque ambas actividades las realizan las mismas partes orales y faciales. 

Es decir, el acto de tragar sirve para entrenar los músculos del habla y, aunque cada proceso requiere diferentes movimientos, finalmente se suplen uno al otro.

Si bien todo esto es un proceso natural, es importante que los padres lo respeten y permitan que el niño evolucione. Este viene diseñado para vivirlo y usted no puede entorpecerlo.

DESDE EL NACIMIENTO

El bebé nace dotado de reflejos que le permiten mantenerse con vida y reaccionar ante los estímulos del mundo. Los orales, como la succión, la deglución, la mordedura y la masticación, le permiten alimentarse y establecer comunicación con su madre.

La succión: tomar leche materna succionando favorece el desarrollo de la musculatura oral y facial, ayuda a que la lengua del bebé tenga la posición y función adecuada que determina un buen crecimiento dentario, previene, además, malos hábitos que deforman y alteran la mordida correcta, que es cuando los dientes del maxilar superior quedan dos o tres milímetros sobre el inferior, ni más ni menos es lo ideal.

“Durante la succión, el bebé tiene que coordinar un gran número de músculos y estructuras que le permiten extraer la leche del seno de su madre. Por ejemplo, la posibilidad de acanalar la lengua, como lo que hacemos cuando tomamos de pitillo y hacemos un cierre en la parte posterior de la boca, o el movimiento armónico de la lengua, los huesos y los labios”, dice Morales.

Las madres que, por una u otra razón, no pudieron amantar a sus bebés, según la fonoaudióloga, pueden buscar un tetero con goteo adecuado para la edad de su hijo y alternar con el uso de la cuchara y del vaso a la hora de alimentarlo, para evitar eventuales problemas relacionados con el habla.

La deglución: hacia los tres meses, cuando desaparece el reflejo de búsqueda del pezón, el de succión se coordina con la deglución o el tragar. Esto permite que en dicho momento disminuya el riesgo de que el bebé se ahogue y se atragante con la leche o el alimento. La coordinación de succión, deglución y respiración es lo que hará que el niño pueda alimentarse mejor y permanecer así hasta la etapa adulta. 

La mordedura: otro reflejo que deben adquirir los bebés es el de mordedura; se observa cuando se estimulan sus encías y automáticamente cierran las mandíbulas. Este reflejo evolucionará para permitir movimientos laterales de masticación. Responsable junto con la lengua de la formación del bolo alimenticio.

“Esta es una función muy favorable para niños que han recibido lactancia materna, mientras que a los alimentados con leche artificial se les retarda el crecimiento mandibular, casi siempre, pues la succión activa el proceso de manera diferente; no tenerla puede derivar en una inadecuada mordida que afecta la estética, la función dental, facial del niño y trastornos articulatorios o del habla”, dice Morales.

La masticación: a los cinco o seis meses se logra el control de la masticación. Simultáneamente, con la erupción de los primeros dientes, la masticación le permitirá coordinar el movimiento de labios, lengua, mandíbula y mejillas, junto con la respiración, para poder manejar los alimentos, tragarlos y digerirlos.

La masticación implica movimientos laterales del cierre de los labios, la lengua se encarga de formar el bolo alimenticio junto con la saliva, se requiere gran fuerza de los músculos de las mejillas y la posibilidad de alinear los dientes. Este proceso sirve para cortar y triturar los alimentos. Todo para mantener la comida dentro de la boca y facilitar su paso a la faringe. 

Entonces, lo que hace la masticación es permitir que la lengua tenga movimientos, como elevar, deprimir, desplazarse hacia adelante y hacia los lados. Con los labios, unirlos, separarlos, moverlos lateralmente o hacia el frente.

Al tiempo, la mandíbula podrá hacer movimientos de ascenso y descenso, y a los lados. Cuando esta se mueve libremente, horizontal o vertical, favorece la producción adecuada de sonidos vocálicos y permite que se dé una buena resonancia, proceso necesario para que su voz tenga un buen timbre e intensidad. Esto apoyará la claridad en la articulación de los sonidos del habla.

Cada una de esas posibilidades de aprendizaje motor a nivel de los labios, lengua, maxilar superior e inferior y mejillas, le dan al niño las posibilidades para producir sonidos parecidos a los del adulto.

TIPS PARA LAS CONSISTENCIAS

• No todas las consistencias y texturas son fáciles de comer para los niños. Empiece con texturas suaves, pero avance a trozos que deba morder y masticar precisamente para ejercitar la musculatura. Una vez pueda masticar trozos pequeños, evite licuar los alimentos.

• La secuencia de texturas corresponde a: 0-6 meses: líquidos, lactancia materna. A partir de los seis meses con la dieta que indique el pediatra, purés y macerados. A partir de los 8 meses, comidas molidas, bien picadas o pequeños trozos.

• Los utensilios que usa el niño también favorecen este ejercicio oral: alterne entre biberón (si lo usa), cuchara, vaso abierto, pitillo.

SEÑALES DE ALERTA

Usted debe considerar consultar a un fonoaudiólogo si:

• El niño almacena alimentos dentro de su boca y no los puede pasar.

• El niño tose, vomita o se ahoga con frecuencia cuando está comiendo.

• El niño tiene hábitos orofaciales (chupar dedo, una sábana, un lápiz, un esfero) y le causa dificultades para comer por la mala posición de la lengua.

• El niño no habla claro para su edad, en términos de articulación, máximo cinco años.

• El niño no puede mantener el alimento dentro de su boca cuando come. Saliva demasiado y tiene que botar el alimento.

• Cuando tiene que estirar el cuello para pasar, seguramente no está formando adecuadamente el bolo alimenticio.

• Tarda demasiado tiempo en pasar, y si a pesar de esto le quedan restos de comida dentro de la boca.

• Hay regurgitación nasal u oral del alimento (que el alimento se devuelva por una de estas vías).

• Salivación y babeo excesivo por demora en la deglución.

Fuente:   https://www.abcdelbebe.com/nino/12-24-meses/aprender-comer-bien-si-tiene-que-ver-con-el-buen-desarrollo-del-lenguaje

Por: Andrea Forero Aguirre

Jueves, 9 Mayo 2013 - 3:00pm